lunes, 17 de marzo de 2014

ART. LA INMARCESIBLE EDAD DEL MAR GOZANTE.



LA INMARCESIBLE EDAD DEL MAR GOZANTE










Desde que la presencia inalcanzable del  horizonte ofreció al hombre la ocasión del misterio del mar su magia no cesó de tocar su incertidumbre y habitar en su corazón y desde sus estratégicas cuevas en las que el signo dejaba constancia sobre la roca de las incidencias diarias, llegaron a percibir su infinitud en la sorpresa de los grandes navíos fueran de Melkart o de Tarsis.  .Misterio que cuajó en el corazón de los poetas. Y si el famoso Conde Olinos: “Madrugaba el conde Olinos,/mañanita de San Juan,/a dar agua a su caballo/a las orillas del mar.”, nunca pudo compararse en tal fiesta  a la dicha de Arnaldos:  “¡Quién hubiera tal ventura/ sobre las aguas del mar/ hubo el infante Arnaldos /la mañana de San Juan!”,sí es cierto que sus olas fueron sendas de aventureros y testigos de grandes amores:  Espronceda, por boca de su pirata dirá que “mi única patria, la mar.” ,mientras que Rubén  cantará a Margarita Debayle: Margarita está linda la mar, /y el viento, /lleva esencia sutil de azahar” y Juan Ramón llegará a decir “ El mar otra vez, el mar/ conmigo…”, es decir el mar como imprescindible compañero de la humanidad…









El paisaje marino recobra en la poesía los caracteres de origen y hábitat. Juan Ramón en Amanecer de Agosto, se referirá a ese mar dócil y encerrado de las marismas: “¡ Marismas que reflejan hasta un fin imposible/el carmín del naciente/ en cauces medio secos! ”y en Soledad  describe un mar libre:  “Los nubarrones tristes/le dan sombras al mar./El agua, férrea/ parece un duro campo llano…”.El mar de Aleixandre en Sombra del Paraíso, es un mar auroral, primigenio, así en Casi me amabas describe cómo “ Un fondo marino te rodeaba./Una concha de nácar intacta bajo tu pié, te ofrece/a tí como la última gota de una espuma marina.”,y en  Primavera en la tierra nos enseña “ La gran playa marina, no abanico, no rosa, no vara de nardo, pero concha de un nácar irisado de ardores…” y en Mar del Paraíso: “Las barcas que a lo lejos/confundían sus velas con las crujientes alas/de las gaviotas o dejaban espuma como suspiros leves,…”.










Para Alberti el mar es algo vivencial e iniciático; en Marinero en tierra dirá: “Ya está flotando el cuerpo de la aurora/en la bandeja azul del océano/y la cara del cielo se colora”, y en  Salinero nos enseña  cómo “…ya estarán los esteros/ rezumando azul de mar…”aunque  su pasión cromática le hará desear en A  la pintura que “¡ Si un día se pudiera/en ciertos momentáneos/verdes que alumbra el mar/hundir  por la mañanas los pinceles! .Joaquín Romero Murube, en Las playas de Hércules escribe :“Montes de sal, pinares sobre el oro /del roquedal batido por las olas”, dibujando el paisaje luminoso de la costa gaditana..El  esplendor del mediodía será pintado por Emilio Prados  en su poema Agosto en el mar:“ Arde el sol sobre las playas./Como una navaja abierta,/su verde cuchilla el mar /tiende brillante en la arena.”








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En el poemario Acercando orillas, (Fundación Dos Orillas. Diputación de Cádiz, 2008) Paloma Fernández Gomá. (Madrid ,1953), ubica como  protagonista de su poética el Estrecho, el agua que separa y que une: “hasta dejar cuencas de efluvio/ sobre las dos orillas arcanas y en cercanía…”, el agua que es rito  “que yace en silencio en el seno de nuestros días” y  “Un talismán tardío de mirada acuciantes/…/en la añoranza de años excluidos por la sombra…”. Desde Otra orilla, (Ediciones: Baile del Sol. Tenerife, 2008),  Coriolano González  (Santa Cruz de Tenerife, 1965) , la orilla inmensa del archipiélago besado por el Atlántico,  incide con una poesía de gran plasticidad y colorido en el paisaje de cuya contemplación emergen sentimientos encontrados: “ Un amanecer azul cuajado de nubes rosas…// Un mar estival turquesa y tibio...// Un atardecer rojo de tormenta…// Un mar gris invernal…/” es el decorado pictórico del poema Cuadros I, sobre el que el poeta reincide en su búsqueda a la par que se detiene en el paisaje, tan íntimamente unido a su existencia: “…Las orillas en calma reflejan la luz blanca”.













Y ese Atlántico, cuyos latidos suenan en las piedras milenarias de su Cádiz, está en  La Bañera de Ulises (EH. Editores. Jerez, 2008,) de Mercedes Escolano (Cádiz, 1964),
en un profundo poema de amor, en el que “El mar late despacio sin rumbo/…/ Flexible, tibio, rumoroso es/ su vientre…/../ Baten sus olas en mis piernas, frenándose. /Viene hacia mí, animal lascivo y sediento/…/ agua eres y en agua te disuelves./.../ ¡qué serena el agua en tu cintura! / ../ El mar: melena al viento suelta, /caderas ondulantes, un cimbrear de muslos,/...piernas atropelladas que levantan espuma, /una corriente de besos, humedad, saliva./…/ Un crujir de mástiles y jarcias llega hasta nosotros/ haciendo mas potente el deseo…/…/ y he sabido que el amor tenía tres vocales/ y que el ruido del mar cabe en tu lengua…/../”Contundente identificación de los tiempos del amor con las secuenciales etapas del mar.









Mientras, Blanca Andréu  (La Coruña, 1959),  con su libro  Los archivos griegos (Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2010), entra en el antiguo mar de Grecia, en los registros de la luz y de la historia : “…y era el mar griego un gran libro de plata escrito en húmedos hexámetros/…/ Era el mar como otro libro/ de mi memoria…”,   y en  la plasticidad de su poesía, como acuarelas en las que el blanco y azul, el verde agua  de turmalina  se abre con la riqueza cromática y sensorial: “ …a qué rosal/ de agua profunda/ a qué prado/ donde pacen sirenas…”,  “Gacela blanca/  vuelas/ sobre el arco de la ola/ como un inacabable lirio blanco…”

Para quien ha nacido en Málaga, y además sentir los ecos profundos del Mediterráneo en su corazón junto al voluble carácter del mar , constante en la periodicidad de sus mareas; hablar del mar, de su enigmático secreto, sólo es como abrir el corazón.  Un poeta de la esencialidad que en la luz  realiza su visión poética, en un cierto parecido juanramoniano  en el camino de la totalidad, y eso es lo que hace Juan Manuel Vázquez Sentí en El libro de la sal, ( Excmo.Ayunt. de Ronda, 2011), un hermoso libro abierto al viento de los recuerdos y las emociones junto al mar. Combina sabiamente en este delicado poemario el tiempo pasado y el instante presente, elegía y gozo, memoria  e introspección..  La memoria se hace a veces doloroso instante: “A mi padre, / mi viejito encantador,/ se lo llevaron las olas…”,   evocación que en el endecasílabo del soneto se hace más solemne: “ …Exiliado en la ola arrebatada/ lloviste tu palabra marinera/ surcando una tristeza azul y entera/ con tu quilla de frente atormentada.”,  elegía de una vida al borde del mar: “ Pasaron todas las nubes/ y volaron sesenta veranos/ en una gaviota/ -casi página en blanco-/Seguía ardiendo/ el mar de siempre…”. El tiempo preciso de la emoción del mar, el instante justo  es sabiamente recogido en imágenes luminosas que parecen querer desterrar cualquier atisbo de tristeza: “Verde bronce del mar; / soledad de las olas/ en las sienes. / Un arcángel rebelde/ levanta tempestades/ entes sienes…”, y esa figura angelical vuelve enriquecida en las metáforas: “Ángeles azules /del mar; / caracolas de bruma/ en su oscura melena/ de algas saladas…”. Una constante marea de metáforas inunda el poemario: “Un encaje de agua/ se enlaza / en los tobillos/ para fijarte/ en la arena…”, “Lecho inmenso/ del mar. / Sábanas de sal; olas envolventes/ de amor azul…”, “Susurros hondos/ como caballos/ blancos y / azules/ que caracolean/ larguísimas/ siestas de faunos…”. Y  el tiempo de la despedida: “¡Qué amargura/ de mar/ tan cerca/ y tan lejos!”, hecha de esperanza en La balada del viejo marinero: “Seré el viejo marinero que te espera: / arrecife o mascarón de proa/ buscando tus huellas/ por las vidrieras del mar, / donde las estrellas/ se hacen brillantes/ para adornar la cascada de tu pelo…/ Seré el viejo marinero que te espera…”. El tiempo de un mar que en palabras de Vicente Aleixandre “… canta la inmarcesible edad del mar gozante”









Andrés Sánchez Robayna está considerado como uno de los más destacados poetas canarios. En su obra  La sombra y la apariencia,  se manifiesta como poeta de la esencialidad de la luz,  realizando su visión poética, en un cierto parecido juanramoniano.  .Dentro de La sombra y la apariencia en su tercera parte, Sobre una confidencia del mar griego ,  habla del mar, los dioses griegos y la luz mediterránea : “ Los dioses sonreían en las aguas brillantes./ No mueran esos dioses .Que sonrían, / en lo eterno, y el mar sea su sonrisa.”-, “ ¿Cuál es el dios, entonces,/ di,/ del salitre en las sienes,/ del deseo del ser?...”,  “ …Mira las islas / del espino y la higuera/ incendiada, míralas perdurar como una ofrenda al sol…”. En el centro de un círculo de islas,  fue publicado  en 2007, es asimismo una evocación de las islas griegas y de su luz: “ …Donde la oscuridad /te dice,/ palabra, aun dices luz./Donde / el cuerpo está,/ dices convocación, sol absoluto.”, “…Delos, fúlgida y leve, la belleza que cifras/ y nos cifra, hace mucho que viajamos/ hacia ti desde un fondo de oscuridad …”.


Sea esta pequeña muestra de poesía sobre el mar un reluciente espejo de lo inmutable, de la eterna y sutil materia de la poesía, apoyada siempre en la belleza y en algunos elementos fundamentales de su propia constancia, como el mar…

©F.Basallote











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